Arturo Márquez Martínez
Desafortunadamente, las cosas no están nada fácil en cualquier parte del país, si de seguridad hablamos. La nota roja ocupa la mayor parte de la prensa, bueno, no de cualquiera. En nuestra región, la Sierra Norte de Puebla, es raro el medio que se atreva a subir una nota de inseguridad, sobre todo en estos tiempos recientes, aplauden ocurrencias sí, pero no le dan seguimiento a lo que es verdaderamente cancerígeno para la sociedad.
Y los medios tienen una gran responsabilidad porque deben ser generadores de conciencia, si es que es que contara con esta el “comunicador” a cargo.
Pero hablemos de los que nos corresponde, en Zacatlán ocurrió una balacera al estilo Michoacán, Guanajuato o agregue la ciudad que quiera, puede señalarse que fue una acción con intención de masacrar, porque de aproximadamente 30 personas en el depósito de cerveza donde ocurrió, 11 fueron alcanzados por las balas, en otras palabras, iban a dejar un fuerte mensaje y lo lograron.
Varias víctimas se encuentran en estado crítico, pero a pesar de la gravedad del tema, no se sabe más al respecto; resultado del hermetismo que acompaña la experiencia viciada, nos quieren pintar una ciudad donde el ciudadano convive feliz con el turista y no pasa nada, y sí, ¡no pasa nada!
Adictos a las fotos, así sea pintando banquetas mochas, el chiste es sonreír para la cámara aunque la realidad sea otra; lo peor, la indolencia, pues a las 24 horas de los hechos ocurridos, donde dos estudiantes del Tecnológico de Zacatlán perdieron la vida, el edil prefirió ponerse un huacal de pan en la cabeza… ¡y sacarse una linda foto!
Hay que señalar que fue gracias a lo reportado por testigos como se supo que la mayoría de los presentes en el depósito de cerveza eran estudiantes del Instituto Tecnológico de la Sierra Norte de Puebla. Sin embargo, para variar, no han dicho una palabra al respecto de lo ocurrido. La confusión, desorganización y falta de oficio para dar la cara a los padres de familia no solo de las víctimas sino de cualquier alumno con la intención de saber qué precauciones tomar, es ya el sello de la casa en esa institución educativa.
La Policía Municipal no es investigadora, para eso existe la Fiscalía, ellos sabrán qué líneas están siguiendo y cuáles son sus vertientes. Pero la Policía y sus mandos, o sea el edil, deben informar en qué condiciones se encuentra la situación actual de la inseguridad y estrategias de prevención. Ejemplos hay muchos, hubo ejecuciones por personas en motos, la solución fue emplacar cuanta moto o carreta se encuentre en circulación, como si una moto con placas no arrancara cuando su tripulante dispare un arma. Ante tal medida tan poco operante, ocurrió lo que se esperaba, con este “emplaca-miento” ni bajaron los índices de inseguridad, ni se ofreció una solución de raíz a la población frente a la inseguridad.
Hoy, ante esta situación grave donde se necesita información, nada más no hay comentario alguno. Asesinaron el 29 de octubre a dos personas en la zona conocida como “Los Lavaderos” en Zacatlán y, otra vez, nadie dijo nada, un medio estatal sacó el dato pero en Zacatlán calladitos.
Aquí sí aplica el calladito te ves más bonito, cuando es aquí donde se debe dar la cara, de frente, no actuar como si nada hubiera pasado. Hace falta una revisión a fondo de todo, bar, cantina, depósito, pero no a conveniencia, sino por eficiencia en el ejercicio de gobierno.
Ahora vámonos a Chignahuapan, tierra con zonas de alto conflicto por el tema del huachicol; lo ocurrido en el enfrentamiento entre policías y presuntos delincuentes, que dejó como saldo dos elementos muertos es lamentable desde cualquier óptica. A pesar de que hoy salen a la luz algunos asuntos jurídicos pendientes que tenía uno de los policías abatidos.
El presidente Lorenzo Rivera ofreció una rueda de prensa, donde anunció ayuda a los familiares de los policías caídos, así como realizar un merecido homenaje. Bien por el presidente de Chignahuapan, ahora a encontrar la estrategia eficaz para que los tres órdenes de gobierno actúen en coordinación sin grillas de barrio bajo o intereses con trasfondo poco conveniente para el pueblo. Difícil, muy complejo, la zona invadida por el huachicol, muchos ven ya como una actividad normal el tema de ordeñar ductos. La tarea, acabar con actos delictivos que incluso son observados ya como una “cultura” y desde ahí pretenden justificar el delito. ¡Vaya tarea!
Nos leemos en breve.
